Antes de recibir a un paciente recordemos invocar al Espíritu Santo, para que nos conceda la gracia de la sanidad y los dones de ciencia, consejo, entendimiento y humildad.
Solo con la ayuda de Dios, nuestros pacientes saldrán adelante y sus sufrimientos serán aliviados.
Por eso no dejemos la oración por nuestros enfermos. Recordémoslos no solo antes que ingresen a la consulta, sino también en nuestra eucaristía en lo posible diaria y nuestras oraciones junto al Sagrario. Allí el Señor obrara en cada sufriente y le dará la sanacion.
Tenemos un compromiso, y solos no podemos hacer nada. Si nos ponemos al servicio de Dios, El se encargara de lo que nosotros no podemos.
un abrazo
Adriana
Pidamos siempre la dicha de la humildad.
Ensénanos, San José,
cómo se es "no protagonista",
cómo se avanza sin pisotear,
cómo se colabora sin imponerse,
cómo se ama sin reclamar.
Dinos, José,
cómo se vive siendo "número dos",
cómo se hacen cosas fenomenales
desde un segundo puesto.
Explícanos
cómo se es grande sin exhibirse,
cómo se lucha sin aplauso,
cómo se avanza sin publicidad,
cómo se persevera y se muere uno
sin esperanza de que le
hegan un homenaje.
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Hola Adriana, el Señor continúe bendiciéndote!!
ResponderEliminaresta oración que publicaste responde a lo que hoy escribí en mi blog...me permitirías ponerla en el mío?
paz y bien, abrazo