Autor: Nicolás Schwizer | Fuente: almas
La renovación de la familia exige la reconquista de nuestra paternidad
La importancia del padre en la autoridad y la dignidad personal
La importancia del padre en la autoridad y la dignidad personal
La importancia del padre en la autoridad y la dignidad personal
1. La autoridad. El vínculo a Dios es, el más importante. Pero el camino hacia Dios pasa por una sana vinculación a los padres. A través de ellos, el niño se forjará su vivencia e imagen fundamental de la autoridad.
Si la vivencia es positiva, entenderá la autoridad como poder de amor y de servicio, protector y estimulante del propio crecimiento. A través de una vivencia negativa de los padres, verá la autoridad como poder opresor, injusto, violento y temible. La primera experiencia condiciona la futura relación a toda autoridad: Dios, sacerdotes, profesores, jefes de trabajo o de la política.
2. La dignidad personal. De esta experiencia de la autoridad de los propios padres depende otra, sumamente importante: la experiencia de la propia dignidad personal.
Esta condiciona de modo profundo la seguridad existencial, la capacidad de amar y la creatividad de la persona. Quien no se sienta digno y valioso, será un eterno inseguro frente a la vida, un acomplejado, incapaz de aceptarse y amarse a sí mismo. Tampoco será capaz de amar a los demás. Porque no podrá reconocer serenamente los valores de los otros, sin ver en ellos rivales que despiertan su envidia, que lo ponen a la defensiva o que busca destruir para afirmarse a costa de ellos. Todos conocemos a personas de este tipo, con quienes es difícil o imposible convivir. Inseguros, tampoco se animarán a desplegar sus talentos personales, retrocederán ante los obstáculos, no asumirán con gusto las tareas que tengan por delante.
3. Nuestra tarea de padres. Una conciencia sana de la propia dignidad surge de un solo modo: sintiéndose amado, especialmente por los propios papás.
Nuestra gran tarea de padres es dar este amor a nuestros hijos, a través de hechos concretos:
Dedicándoles tiempo para hablar y jugar con ellos, prefiriendo escucharlos a ellos antes que al televisor, acariciándolos, preocupándonos por sus necesidades y anhelos, etc.
Con esto les decimos: Ustedes valen, son para nosotros lo más precioso que tenemos, mucho más que las cosas y el dinero. Tienen una dignidad única: son personas y son nuestros hijos. Y ellos lo van a creer, porque lo sienten en cada momento. Se van a sentir de verdad personas (y no cosas) y van a atreverse a mirar la vida sin miedo. Podrán, a lo largo de su vida, vivir una sana vinculación con ellos mismos, con el prójimo y con el trabajo.
4. El padre. Todo esto que suena tan hermoso es muy difícil de realizar. El problema afecta, sobre todo, al padre. Porque la madre posee mucho más sentido para la relación personal. Su unión física de nueve meses con el hijo, se traduce normalmente después en una vinculación afectiva profunda. El padre, en cambio, se identifica mucho más con los valores funcionales e impersonales del mundo del trabajo.
Le gustan el cambio, la velocidad, la eficacia. Le cuestan el diálogo personal, el cultivo lento y paciente de un vínculo de amor. En el hogar es, generalmente, más distante que la madre.
5. El desafío. La renovación de la familia exige la reconquista de nuestra paternidad. Sin ello, nunca seremos hombres capaces de crear un mundo nuevo, un mundo realmente humano. Sin rescate de la paternidad, nunca seremos hijos felices, verdaderos hermanos y cristianos plenos.
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Mi opinión:
ResponderEliminarMira, yo tengo un tlp y NO acepto ningún tipo de autoridad sobre mi y menos si viene de parte de un hombre. ¿Es planeado? NO.
Los padres no son los únicos que marcan cosas que nombras como el no verse como objetos o la forma de relacionarse con los demás.
Los abusos sexuales también marcan eso y SOBREMANERA.
Además hablas de los padres como si todos aquellos que son padres fueran buenas personas, sin ver que TODOS los seres humanos viven por la sed de poder, dinero y sexo. Ningún padre le dará más interés a su hijo que a sus propios problemas y los hijos pasan a un segundo o tercer lugar. Como si los padres no abusaran de sus hijos, como si supieran lo que nos afecta!!!!!! Cuando en realidad, nos destruyen día a día.
TODOS escapan a nuestro diálogo porque temen escuchar nuestra realidad y evitan ver nuestra vida como realmente nosotros la vivimos.
Me parece agresivo para alguien como yo, leer cómo expresas la vida de quienes "no tuvieron esto", es como si te estuvieran tratando de "basura" por tus características y más al decir que es imposible convivir con alguien así. Sí, es verdad, conmigo no se puede convivir porque YO no puedo convivir con nadie y necesito un permanente ambiente de serenidad, la menor cantidad de estres posible, poco ruido y como máximo dos personas y que sean amables porque sino mi inestabilidad estalla y termina todo en problemas porque no me logro controlar.
Tu, como la mayoría de los curas, monjas o de los fanaticos religiosos, hablas como si el mundo fuera el ideal.
Dime porqué Dios me hizo esto??? Porqué si yo era una santa de chiquita me hizo sufrir tanto? Porqué hizo que abusen de mi, que mi familia se destruya, que todos me abandonen, que no pueda avanzar en la vida como los demás, que tenga tantas internaciones psiquiátricas, que no pueda pasar un SEGUNDO de mi día a día sin pasarlo como una sobrevivencia bestial contra este sufrimiento infernal y tratar de pasar el tiempo, tratar de que la hora pasé, que el reloj mueva y mueva las agujas sin saber para qué querés que pase el tiempo si tampoco tenés qué esperar.
Y no creas que digo todo esto porque estoy en contra de las religiones y todo eso, no creas que lo diga porque sea atea ni nada. No creas que es una confrontasión por odio a los religiosos ni nada. Yo fui MUY católica hasta la mitad de mi adolescencia, hasta que comenzó mi verdadero infierno y a pesar de que pasaron casi diez años, parece nunca terminar y no creo que alguna vez termine. Mi familia sigue siendo católica a pesar de que yo ya no lo sea y los respeto e intento no mencionar mis ideologías para no hacerlos sufrir por que sientan que estoy "perdida".
De qué me sirvió rezar cada mañana y cada noche? De qué me sirvió ir cada domingo, sin falta, a misa? De qué me sirvió cuidar mis actos y mis palabras para no cometer ni el más mínimo pecado hasta el punto de temer hablar por miedo a decir una mentira por accidente.
No...no es todo tan sencillo. Me he cansado de que intenten mentirnos, hacernos vivir en una burbuja de mentiras e irrealidad tapando la verdad de este mundo maldito.
Ya no...
Saludos